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El mito de Duffy

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Brian Duffy nació en Londres en 1933 y se dedicó a la fotografía, a la producción audiovisual y a la restauración de muebles. Estudió pintura en el St.Martin’s School of Arts de su ciudad natal y más tarde se formó en el diseño de moda. En los 50 consiguió su primer trabajo en el Sunday Times y una década después era el fotógrafo oficial de Vogue y viajaba capturando las mejores modelos y firmas de Nueva York y París. Murió en 2010, también en la capital inglesa. Brian Duffy es el hombre que cambió el rostro de la moda y la cultura británica, es el que “disparó a los 60”.

Acaba la primera retrospectiva en España sobre la obra del fotógrafo británico Brian Duffy. Alrededor de seis mil personas han visitado, en menos de tres meses, las más de cien fotografías originales que se exponían junto al documental de la BBC The Man Who Shot the 60s (2010) en el Centro de Historias de Zaragoza. Los rostros de John Lennon, Michael Caine, Sidney Poitier o Brigitte Bardot, inmortalizados por Duffy en los sesenta y setenta para ilustrar los reportajes de moda y publicidad más vanguardistas de Vogue, Elle o Harper’s Bazaar, vuelven a sus embalajes para viajar por varias ciudades europeas durante el 2013. Lo harán todas excepto la serie sobre David Bowie, donde se incluyen las fotografías que dieron lugar a la portada del álbum Aladdin Sane (1973). Estas irán directas al museo Victoria & Albert de Londres, donde en primavera dedicarán una muestra a repasar la obra, vestuario y objetos personales del artista.

La exposición “Duffy. Retrospectiva. Un recorrido visual a través de la fotografía de un genio” es un homenaje a los fotógrafos de moda que revolucionaron la forma de mirar a las celebrities. Es un trabajo en honor a El Trío Terrible o a La Oscura Trinidad, apodos con los que la crítica, los medios y otros artistas hablaban de Brian Duffy y de sus compañeros de profesión y mejores amigos David Baley y Terence Donovan. Los tres rompieron los moldes instalados en el género y prestaron atención al nuevo concepto de artista publicitario, aquel que percibía los gustos, deseos y hábitos de las masas, buscaba nuevos formatos, materiales y herramientas y luchaba contra la rutina del disparo. Tras despertar el interés de las principales cabeceras de moda, las imágenes del fotógrafo de la publicidad seguían siendo arte y, como tal, llevaban el sello del autor, tenían personalidad propia, la obra perduraba en el tiempo y permitía ponerla a la venta. Las imágenes de esta retrospectiva de Duffy rondan ahora los 250€ y pueden comprarse, entre otros lugares, en la galería Contemporánea.

Rostros (como los de la modelo Jean Shrimpton y el novelista William Burroughs), Moda (sus primeras fotografías para Vogue en 1957 y el trabajo de 20 años en Elle France) y Publicidad (las imágenes del Pirelli Calendar de 1973 o una campaña para la marca de vodka Smirnoff). Estas han sido tres de las cuatro secciones (la cuarta corresponde a Bowie) en las que se ha organizado la muestra, que conservará su estructura en las exposiciones del resto de países. El hijo de Brian Duffy, Chris, al frente de la fundación que gestiona el legado artístico del fotógrafo, asegura que todo lo que puede verse hoy en día de la obra de su padre “ha resucitado de las cenizas”. No es una frase hecha. En 1979, Brian Duffy sintió que no era capaz de hacer algo distinto y encendió un fuego en el jardín de su casa para quemar sus originales y negativos.

Lo que queda de su trabajo es esta retrospectiva, lo que se salvó de la hoguera de Duffy: hojas de contactos, algunas sesiones, reportajes, anuncios y cajas llenas de negativos recientemente restaurados. Después de destruir más de dos décadas de fotografías, El Terrible manifestó que se arrepentía de haberlo hecho. Sin embargo, este incidente generó, según su hijo, “una especie de fascinación alrededor de su figura”. Nació el mito de Duffy. El mito del fotógrafo-leyenda que capturó, con sus innumerables Olympus de 50mm y sus Polaroids (la 185 Land Camera o la SX-70), la escena del swingin London de los 60, momento en el que la capital británica se convertía en símbolo cultural y de la moda de todo el mundo. Es el mito, también, del artista cuyos retratos de estrellas del rock, actores, escritores, modelos y políticos cruzaban la línea de la captura de la realidad para convertirse en imagen clásica y producción de arte.

Precisamente, uno de los trabajos más admirados por el público son las David Bowie Series, que incluyen la portada del Aladdin Sane, uno de los discos favoritos del fotógrafo, también presentes en la retrospectiva. El rayo pintado en la cara del músico se convirtió en “una imagen que anticipaba la estética del punk”, asegura el comisario de la muestra, Martín Pareja. La cubierta del álbum celebra su 40 aniversario en 2013 y la fundación trabaja en “exposiciones que recorrerán el mundo entero”, asegura Chris Duffy. Duffy padre combinaba la moda con trabajos como este, realizados por encargo, y todo lo que pasaba por el diafragma de su Cambo de gran formato se convertía en estética. El artista era un explorador de la fotografía, un artesano y le obsesionaba que su trabajo estuviera rodeado de un creativo misterio.

Las top del momento, Twiggy, Joy Weston, Jennifer Hocking o Stone Paulene fueron fotografiadas por Duffy; y revistas como Vogue, Glamour y Esquire o los periódicos The Times o The Daily Telegraph publicaron sus editoriales. El artista rompía los cánones establecidos con poses inéditas y nuevos espacios, se acercaba a los retratados de forma documental y utilizaba el color como técnica publicitaria. Comenzaba a producir iconografía pop, atendiendo a lo cotidiano, a los detalles y a los objetos de la vida diaria. Así provocaba que los lazos espectador-consumidor se estrecharan cada vez más. La imagen cobró un protagonismo nunca visto, las fotografías de Duffy jugaban a escapar del hermetismo de la pintura de la posguerra y de los corsés abstractos del comienzo de la década de los cincuenta. El Pop se ocuparía de eliminar el sentido de trascendencia del arte y la iconografía haría caso de la sociedad de consumo y de los medios de masas. Nombres como Brian Duffy, Irving Penn, Richard Avedon, Andy Warhol, y mucho antes Adolf de Meyer o Martin Munkacsi, acercarían al gran público a las galerías de moda y a sus ídolos, a sus ‘heroes’ y a sus mitos.

 


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